No es raro verse en momentos en la vida en los que el positivismo desaparece y todo lo vemos negro, negrísimo. Yo misma lo estoy viviendo en primera persona. Por eso, quiero compartir un recurso sencillo que me regaló mi psicóloga. Y digo: regaló. Porque para mí, cada recurso que me aporta bienestar lo considero un regalo.
Vamos al grano. Se trata de visualizar 3 ruedas mecánicas. En cada una de ellas encontramos 3 aspectos: el estado de ánimo positivo, la motivación y la actividad. Resulta obvio pensar que el movimiento natural de las ruedas sería que el positivismo y el bienestar mueve a la motivación, y la motivación nos lanza a querer realizar actividades y proyectos. Esto suele ser lo habitual.
Sin embargo, cuando entramos en un estado de ánimo más bajito, las ruedas a veces se paran. Está claro que cuando el estado de ánimo no acompaña, obviamente, la motivación desaparece y no hay nada que nos empuje a querer levantarnos del sofá, apagar Netflix y hacer cosas. Total, ¿para qué?
Volvamos a las ruedas mecánicas. Es en ese punto en el que debemos sacar fuerza de voluntad de debajo de las piedras y asumir que debemos revertir ese mecanismo. Aun sin ganas, debemos encontrar la fuerza para lanzarnos a realizar actividades. Esto nos hará sentir bien, en movimiento y hará girar la rueda de la motivación. Y la motivación, por su parte, hará girar la rueda del estado de ánimo que, poco a poco, pasará a ser cada vez más positivo.
¿Qué significa actividad?
Actividad significa movernos, hacer cosas, hacer deporte, iniciar proyectos, apuntarnos a clases de baile... Lo que creas que te vaya a aportar bienestar. ¿Y si no sé qué es lo que me puede funcionar? Piensa en si hay algo que siempre has querido hacer y nunca te has atrevido a dar el paso. Ahí. ¿Y si aun así no encuentro nada? Prueba algo nuevo.
¿Cómo puedo mover la rueda aún más rápido?
Que la actividad tenga lugar fuera de casa. ¡1 punto extra!
Que la actividad tenga lugar fuera de casa y la haga con gente. ¡2 puntos extras!
Y aquí un trocito de mi experiencia:
“Sigo entonces sus directrices y me dispongo a hacer cosas. Mi cuerpo funciona muy bien cuando lo activo mediante actividad física… así que mis actividades se centran en hacer deporte. Me vuelvo a apuntar al gimnasio para ir a nadar un par de veces por semana y cojo fuerzas, aun estando al 10% y con un dolor de cabeza horrible, para ir al rocódromo a escalar. Esto además tiene 2 puntos extras porque es fuera de casa y además socializo con gente.
¿Y los días que realmente no me apetece hacer absolutamente nada? Me obligo al menos a dar un pequeño paseo para airear la mente y activar un poco el cuerpo.”
La pregunta del millón: ¿Funciona?
A mí, sí. Hay otros factores que me ayudan, como es el hecho de que acudí a un especialista cuando la cosa se puso aguda e inicié un tratamiento para subir el estado de ánimo.
Nada es una fórmula mágica que haces “XAS!”, y ya estás bien, pero cada granito suma. Así que, ahora mismo, me siento como un ave Fénix, que está resurgiendo de sus cenizas para volar con más fuerza que nunca.